Baja la voz, no grites, no corras, espera tu turno para
hablar: Palabras que escuchamos durante toda nuestra infancia. Baja la voz, no
grites, espera tu turno para hablar, no fumes: Palabras que seguimos
escuchando.
Cuando El hombre nace, al igual que cualquier animal lleva
sus instintos puros, “salvajes”. No existe el bien ni el mal, solo existe la
supervivencia, el respirar, el comer, el vivir. Esos instintos van siendo
domesticados con los años y por supuesto por una sociedad que marca las normas
a seguir, según el dictado de un grupo reducido de poder y en muchas ocasiones
estos individuos no acostumbran acatar las normas, ellos gozan de privilegios,
claro está que las leyes son hechas solo para la clase dominada y estas leyes varían
de acuerdo al país, las costumbres y los valores vigentes en el lugar y tiempo donde
nos desarrollamos.
Hoy en día si alguien crítica dentro de nuestro contexto el
uso de la mini falda o la homosexualidad seriamos tachados de intolerantes, machistas…..retrogradas. Pero qué pasaría si estuviéramos en Afganistán, los
valores reinantes serian muy diferentes y lo que para un grupo social es bueno,
para otro es malo y por si fuera poco, todos ostentamos la verdad absoluta. Si
alguien viviera en chicago de los años 30´s y vendiera licor, seria tachado de
traficante, en pocas palabras de delincuente. De ahí caemos en la conclusión de que
las normas sociales no son universales y no se basan en las leyes naturales,
por el contrario, limitan y esclavizan a estas en beneficio de unos cuantos.
El derecho a la libertad es parte intrínseca del ser humano,
pero al crecer físicamente estos valores decrecen hasta convertirnos en
esclavos. Pero lo peor está por venir, no solo la sociedad limita nuestras
libertades, poco a poco nosotros mismos vamos mellando día a día este derecho
natural. Poco a poco nos vamos sumergiendo en mar de apatía, en el mar del
servilismo y la falta de voluntad.
Recuerdo la historia de "Amistad”, barco en el cual eran traídos
los negros africanos a América, estos hombres habían sido capturados y traídos por
la fuerza para convertirlos en esclavos, para trabajar en minas o plantaciones
del sur de los Estados Unidos, y ese era un acto legal para la sociedad. Los
hombres de este barco se amotinaron, lucharon por su libertad, para después ser
capturados, juzgados y finalmente……morir en la horca. Ese fue su castigo por negarse
a la esclavitud.
Este fin de semana tuve la oportunidad de ver nuevamente la película
“Django”, esta historia gira en torno a conceptos profundos y naturales como
son el amor y la libertad. Hoy en día dejamos que el mundo y la sociedad dirijan
nuestra vida y lo peor de todo es que nosotros decidimos ceder ese poder.
Cuando un hombre esclavizado consigue su libertad, el concepto de su vida
cambia radicalmente, descubre que él es el dueño de su destino, el puede
decidir qué camino tomar, cuando comer, cuando dormir, como vivir. Ese concepto
que "vivimos" día a día, a perdido valor para la mayoría de nosotros, es más fácil
seguir las reglas escritas o que marca nuestro entorno, mas difícil es ejercer
responsablemente nuestra libertad. Es más difícil decidir nuestro destino, es más
fácil seguir el camino que han marcado para nosotros.
La LIBERTAD es un derecho natural que debemos cultivar y
transmitir.